martes, 31 de mayo de 2011

Lo que dicta el corazón


Escucha lo que digo
¡Dios!,
de todo tiene que haber en la viña del señor,
triunfadores como tú
fracasados como yo,
que aún intento entender con la razón
lo que dicta el corazón.

Jorge Torrecilla Sánchez

domingo, 29 de mayo de 2011

Tiempo


Sí no tengo tiempo suficiente para mí,
¿Cómo quieres que te conceda tiempo para compartir?
Jorge Torrecilla Sánchez

Como el alquitrán


Voces noctámbulas,
no hay versos para mi,
 no hay miradas dedicadas
para mi corazón roto.
No hay ternura en mis palabras,
soy tan frío como el metal
que atraviesa tu fosa nasal;
tan frágil como el cristal.
¿Y yo?;
¿tú?;
tan difícil de encontrar,
tan escondida como el alquitrán. 

Jorge Torrecilla Sánchez

jueves, 26 de mayo de 2011

Adicto


Adicto a los malos hábitos de la vida,
a lo surreal,
 a pensar,
que es eterna nuestra soledad.
A buscar la paz
en un pequeño vaso de cristal;
pero no la encuentro,
y vuelvo a buscar;
otro vaso de cristal,
no está,
la vuelvo a buscar,
otro vaso de cristal.
No sé si encontré la paz,
pero ahora duelen menos las heridas;
adicto a los malos hábitos de la vida.

Jorge Torrecilla Sánchez

miércoles, 25 de mayo de 2011

Vida y muerte


De repente,
un, “párate”;
alcé mi frente,
y fui consciente,
que en cada momento está presente
tanto la vida, como la muerte.

Jorge Torrecilla Sánchez

martes, 24 de mayo de 2011

Hablando de ti


Hoy no me siento bien, hoy no sé si me apetece escribir sobre ti.
Pasa el tiempo y ya dudo, dudo que sea cierto que te percatas cuando paso a tu lado, dudo que notes mi presencia, ya dudo hasta de las veces en las que nuestras miradas se habían cruzada de forma voluntaria, las cuales, aunque resulte gracioso, llevaba contadas.
No pido un beso, no pido una relación romántica, lo único que en verdad siento, es la extraña sensación de necesitar conocerte, de contemplar tu sonrisa ante mis constantes estupideces.
Pero,  supongo que lo más sensato, es dejar pasar esa absurda sensación, y así terminaré olvidándote, como otras personas me olvidaron a mí. Después, cuando pase el tiempo,  leeré este delirante relato y me reiré de lo fantasioso que puedo llegar a ser.
Pero en el fondo, siempre me preguntaré, si tú también me querías conocer.  

Jorge Torrecilla Sánchez   
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